Un ser «pequeñito» y con alas me dio el privilegio de compartir conmigo algunos días de su existencia, momentos para mí de ternura, intimidad y enorme belleza. El Amor está en todas partes, a veces se trata tan sólo de apreciarlo.
Tornasol se ha marchado. Su vuelo migratorio cierra unas semanas de una tierna e inocente relación Humana-Ave. Unas jornadas llenas de sorpresa, admiración, complicidad y belleza. Aún no sabía que se estaba despidiendo, pero el último rato juntos dormitaba sobre una piedra mientras yo canturreaba en mis quehaceres, alegre de sentirnos juntos, disfrutando de nuestra presencia.
De vez en cuando rastreo con la mirada nuestros lugares de encuentro imaginando de nuevo su revolotear silencioso y divertido. Sin embargo, su partida me recuerda que la impermanencia está presente en todas las experiencias de la vida. Mi pequeñez humana se estremece ante la inmensa sabiduría de la Naturaleza, que no entiende de apegos, que sólo ofrece Verdad y coherencia.
Tornasol se marchó, era su instinto, su naturaleza… no se cuestionó nada más, siguió su brújula interna… Sus alas volaron lejos, pero mi corazón guarda para siempre su presencia.
Aprendí del vuelo ligero del ave; sin equipaje, segura de encontrar alimento, cobijo y seres afines en cada etapa del viaje. Gracias a la Vida por ofrecerme este regalo, una inesperada sorpresa que he vivido cada día como un lujo. Gracias Tornasol.
Que tu regreso hacia el hogar del Sol te sea bello y liviano.
Que tu conciencia animal me ayude a ser ejemplo de coherencia.
Que la Naturaleza de nuestros corazones siga guiándonos hacia la Calma y la Pureza.
En humilde gratitud.
Un abrazo,
Marta
Marta Labrador Pavón
Psicóloga y Facilitadora Grupal. Creadora de Calma Esencial.