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Las 5 heridas emocionales de la infancia

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Todas las personas en nuestra infancia, de alguna u otra forma, nos hemos sentido heridas al no verse cubiertas nuestras necesidades básicas de seguridad, afecto, protección, aprobación, reconocimiento o pertenencia.

El enfoque de Las 5 heridas emocionales desarrollado por Lise Bourbeau, resulta muy útil en terapia para comprender cómo funcionamos las personas desde nuestra más tierna infancia. Según esta autora todas las personas venimos al mundo con ciertas “heridas” que hemos de aprender a aceptar, porque ello nos ayudará a evolucionar y avanzar personalmente; nos permitirá poder dar luz y amor a aquello que más nos duele.

Dichas heridas han creado en nosotras programas de comportamiento, automáticos e inconscientes, que hacen que estas heridas se muestren una y otra vez en nuestra vida adulta en múltiples situaciones.

Las 5 heridas emocionales son:

  1. RECHAZO
  2. ABANDONO
  3. HUMILLACIÓN
  4. TRAICIÓN
  5. INJUSTICIA

En la infancia las heridas nos hacen reaccionar para buscar la aprobación de nuestros progenitores y cuidadores, ya que como mamíferos necesitamos ser vistos, reconocidos y aceptados por nuestra manada.

Como cachorros humanos no sabemos expresar nuestras verdaderas necesidades emocionales y por ello creamos formas de comportamiento adaptativas. Se trata de “máscaras” o “personajes” que ocultan lo que realmente sentimos y nos hacen protegernos o defendernos ante el dolor.

Identificar las “máscaras” nos permite además reconocer qué hay más allá de ese comportamiento aprendido y repetitivo, quién soy más allá del “personaje” que he creado para sobrevivir, ser amada y ocultar mi dolor.

Estos programas adaptativos creados en la infancia se perpetúan durante nuestra vida adulta, comportándonos como lo hacíamos en nuestros primeros años de vida ante situaciones, personas y contextos con los que nos relacionamos.

Desde el punto de vista de la crisis como oportunidad, el objetivo de la activación de una herida emocional es que podamos reconocerla, abrazarla e integrarla. Que un hecho se repita una y otra vez nos permite ver dónde está nuestro dolor para poder sanarlo.

La clave de este enfoque está en darnos permiso para ver qué hay más allá de las máscaras o personajes que construimos de forma adaptativa para ser reconocidas y aceptadas por nuestro clan. Y desde ahí poder abrazarnos a nosotras mismas de manera compasiva, permitiéndonos reconstruir una identidad que hasta el momento ha estado basada en la necesidad de aprobación externa.

La profundidad de este enfoque la aporta el poder sanador del perdón y el auto-perdón a través de la mirada compasiva hacia nosotras mismas y hacia quienes nos cuidaron en la infancia. Se trata de dejar a un lado el yo idealizado que construimos para ser vistos, amados y valorados por los demás, para acceder a nuestra verdadera, auténtica y genuina forma esencial de ser.

Gran parte de lo que somos, lo hemos aprendido. Podemos reconocerlo, aceptarlo e ir más allá de aquello que creímos ser.

Un abrazo,
Marta

Marta Labrador Pavón

Psicóloga y Facilitadora Grupal. Creadora de Calma Esencial.

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