Aprender cuáles han sido las bases de corregulación en mi historia personal y ver cómo esto aparece en mis relaciones adultas, me ayuda a comprender y modificar la manera de relacionarme.
Nuestro desarrollo afectivo está íntimamente ligado a las relaciones que establecemos. Nuestros sistemas nerviosos encuentran refugio en las experiencias de conexión. La manera en la que aprendemos a corregularnos marcará la dinámica de nuestras relaciones y nos permitirá también asentar las bases de nuestra propia autorregulación.
Cuando en la infancia no se han satisfecho lo suficiente las necesidades de corregulación, nuestras relaciones adultas se verán afectadas por ello. Puede aparecer con frecuencia la sensación de “no encajar” y mantener un estado de lucha constante. Una lucha interna en la que la culpa y la vergüenza por sentirse “diferente” o “no entendida” son permanentes. Y una lucha externa por sentirme constantemente amenazada, sintiendo que debo defenderme siempre ante los demás, en amenaza, “en pie de guerra”.
Así, aprender cómo funciona mi propio sistema nervioso, cuáles han sido las bases de corregulación en mi historia personal y observar cómo esto se manifiesta en mis relaciones adultas en el presente, resulta fundamental para entender qué pasa en mi día a día en mis relaciones íntimas o cotidianas. También para reconocer la manera en la que puedo responder y atender mis necesidades en vez de sentirme amenazada o reaccionar. La terapia individual es de gran ayuda para aportar luz a todos estos aspectos.
Podemos cambiar las experiencias de conexión: estamos diseñadas para conectar.
Un abrazo,
Marta
Marta Labrador Pavón
Psicóloga y Facilitadora Grupal. Creadora de Calma Esencial.
